Spark | Year 7 | Session 2 | Week 2
- Mariela Olivares

- Nov 1
- 3 min read
Durante las últimas dos semanas, nuestro ambiente Montessori se llenó de risas, colores, aromas y curiosidad. Los niños se sumergieron en la magia de una de las tradiciones más queridas de México: el Día de Muertos.
Guiados por su propio interés y acompañados con respeto, los sparks descubrieron el significado de cada elemento que forma parte de esta celebración. A través de lecturas,
observaciones, historias y charlas, fueron comprendiendo que el Día de Muertos no es un día triste, sino una hermosa manera de recordar con amor a quienes ya no están.
Después de dos semanas de trabajo y justo antes de comenzar a montar el altar, todos nos reunimos en círculo. Entre flores de cempasúchil, velas y papel picado, compartieron lo que sabían y pensaban sobre los elementos que lo componen: el fuego que representa la luz, el agua que calma la sed de las almas, la sal que purifica, el pan de muerto que alimenta y las flores que guían el camino con su color y aroma.
Lo más hermoso fue ver cómo todos escuchaban con atención, desde los más grandes hasta los más pequeños. Incluso los niños más jóvenes levantaban la mano para opinar —con esa seguridad y claridad que nace cuando se sabe que la propia voz es valorada—, recordándonos que el respeto por el otro y la libertad de expresión son el corazón del método Montessori.
Con las ideas claras y el corazón lleno, llegó el momento de crear. Entre risas y manos en movimiento, el altar comenzó a tomar forma. Cada detalle fue colocado con intención, cuidado y cariño. El resultado final fue un altar de muertos dedicado a María Montessori, la mujer que nos inspira a mirar al niño como un ser capaz, independiente y lleno de potencial.
María Montessori fue una médica, científica y pedagoga italiana que dedicó su vida a comprender cómo aprenden los niños y cómo acompañar su desarrollo de manera respetuosa y libre. Su mirada trascendió las aulas: ella veía en la educación una forma de construir paz, empatía y humanidad. Por eso, su legado no solo nos enseña a educar, sino también a cuidar profundamente el alma del niño, su entorno, sus emociones y su conexión con el mundo. En cada gesto de respeto, en cada espacio preparado con amor, continúa viva su filosofía.
Las flores naranjas, las velas encendidas, las fotografías y los objetos simbólicos se unieron en una ofrenda que celebraba no solo su legado, sino también el proceso de aprendizaje que vivimos juntos.
Más allá del altar, esta experiencia nos dejó una gran lección: que la vida se celebra en comunidad, en respeto y en amor, y que cada niño, con su voz y su mirada, puede aportar algo único al mundo.
Nuestro altar fue más que una actividad: fue un espacio de encuentro, de memoria y de alegría. Un recordatorio de que en Montessori, aprendemos viviendo, sintiendo y compartiendo.
Los héroes se mostraron llenos de orgullo y entusiasmo, así que grabamos un video para compartir un poco de lo aprendido en estas semanas, contando detalles del altar de muertos.
les comparto el link para que puedan verlo:
Las familias que visitaron el altar disfrutaron de una experiencia que buscaba deleitar a todos nuestros sentidos, le agradecemos su compañía y esperamos lo hayan disfrutado.
¡Que disfruten de este fin de semana! y nos leemos la próxima, para comenzar a hablar de negocios.







































































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